martes, 10 de junio de 2008

LA OBRA DE PICASSO

jueves, 5 de junio de 2008

miércoles, 23 de abril de 2008

EL GERNIKA

Pablo Picasso Gernika
Autor: Pablo Picasso Tipo de obra: Óleo sobre tela. (3,50 x 7,77 m.). Estilo: Época post-cubista. Surrealismo, Expresionismo Cronología: 1937 Localización geográfica: Museo Reina Sofía, Madrid.. Descripción y análisis de la obra: Picasso evita cualquier referencia específica al lugar de la tragedia, al agresor, al trasfondo político en el que se desarrolla o a los modernos métodos de guerra. Picasso, al mostrar el trasfondo de las inocentes víctimas de cualquier guerra, apuntala su dolor sobre los sufrimientos de los no combatientes. Este mural se conviene en la alegoría antibelicista por excelencia. Picasso se negó a explicar el simbolismo de las figuras del Gernika. Un viento impetuoso que corre de derecha a izquierda arrastra a las figuras del cuadro. Una mujer, atrapada en una estructura en llamas, levanta angustiosamente los brazos al aire. Otras dos figuras femeninas se lanzan al centro de la tragedia como empujadas por un destino de locura. Un caballo -su cuerpo está compuesto por un collage- atravesado por una lanza descarga un grito de muerte. Por encima aparece la luz de una bombilla y la mano de la mujer que sostiene una lámpara. Tradicionalmente simbolizarían la luz de la razón, pero ahora en su inutilidad nos muestran lo absurdo del progreso de este siglo. Debajo se esparcen por el suelo fragmentos de un hombre que sostiene en su mano una espada rota y una flor, epílogo de la visión vicioriosa del caballo cabalgando por encima de un muerto, tan típica en el arte occidental. La impasibilidad del toro con su inquietante mirada revela la ambivalencia de una figura tratada siempre como agresor que ahora posee también connotaciones de víctima. Finalmente. el desesperado gesto convulso de la mujer en el suelo, con un niño -el futuro- muerto en sus brazos, que muestra sus dientes en un inútil e impotente grito. Parece como si Picasso hubiera convocado aquí a todos sus fantasmas para pasar revista, una última revista, al infierno actualizado. Imagen postrera, resumen y panorámica final del horror real. Lo que grita no tiene género, se halla en el fondo mismo de los miedos de los hombres y mujeres de nuestro siglo. Aspectos técnicos y estilísticos: El cubismo busca nuevos canones universales de belleza acordes con la sensibilidad del siglo XX. Todas las esperanzas que los ariisias habían depositado en la sociedad industrial y sus logros quedan hechas añicos con el estallido de la Primera Guerra Mundial. En los años veinte y treinta Picasso aborda una serie de obras bajo la influencia del surrealismo y de la antigua mitología griega readaptada al coniexto mediterráneo del siglo. Con ello introduce una serie de personajes deformes que manifiestan tanto el despliegue de una desbocada sensualidad como la inutilidad de una conducta racional ante el empuje ascendente del fascismo. Algunos digbujos suyo confeccionados con la técnica del aguafuerte, como la Minotauromaquia, son un claro exponente del despliegue de este mundo de fantasias en una imagen surrealista. Algunas figuras, en las que se entremezclan aspectos fantásticos, eróticos y violentos, se repiten obsesivamente. Por aquel entonces estalla la guerra civil española, y duranle la contienda Guernika. una localidad vasca, es bombardeada por la aviación nazi. Este acontecimiento actua de detonador moral para que Picasso aborde el encargo de realizar un inmenso mural para el Pabellón español de la Exposición Iniernacional de París de 1937. Aunque directamente inspirado en un hecho histórico específico, el Gernika culminará el proceso de creación iconográfica picassiaria de los años treinta en tomo a la brutalidad y la irracionalidad de la humanidad.

lunes, 3 de marzo de 2008



La obra viva de Picasso
En este artículo nos encontramos con el Picasso más completo y dinámico, con el artista que abarcó todos los campos y conceptos del arte, como si tal cosa...

Se cumplían en estas mismas fechas del año anterior 125 años del nacimiento en Málaga de Pablo Picasso, desaparecido hace 34 años en Mougins, y su obra, en este nuevo octubre picassiano 126 años después de su primer llanto de recién parido, sigue viva y risueña, como salida en el día de hoy de las manos de su creador. Su creación, en este incipiente siglo XXI, se mantiene igual de sorprendente que en el cénit del siglo XIX e inigualada como en el siglo XX.La palabra creación y su complementaria creatividad sufren un uso prolongado e incluso abusivo, en campos muy diversos. El poeta granadino Luis Rosales llegaba incluso a achacar al artista malagueño la creación de la palabra creación, o cuando menos su importante ayuda en esa gestación de gestaciones.La creación, según un diccionario de uso de la lengua, es hacer que empiece a existir una cosa; una de sus subacepciones -junto con la de hacer Dios el mundo- es la de producir una obra artística. Sus definiciones acompañantes nos dan una idea de la importancia del vocablo y de lo extenso de su campo de acción; no nos hablan de lo difícil que es mantener la existencia de la obra y hacerla crecer. Los añejos libros, las revistas de arte con fecha de caducidad, esos pequeños cementerios de láminas a color, sí nos ilustran sobre la facilidad del tiempo para desistir de la memoria.En los intentos de explicación de la producción artística picasiana, John Berger hace referencia a la condición de niño prodigio de Pablo Picasso para hablar de una creatividad natural a la que éste da rienda suelta. Observando una pequeña pero importante obrita presente desde hace mucho tiempo en su ciudad natal, no podemos negar el virtuosismo precoz del artista cuando con catorce años ejecuta la acuarela, con su propio padre como modelo, 'Viejo con manta' [figura1], dedicándosela a Antonio Muñoz Degrain (1841-1924), artista consagrado de cincuenta y cuatro años a la sazón, su primer maestro, levantino revitalizador del arte provinciano malagueño que recibe como regalo de navidad un ejercicio remedando su propia estética con las mismas armas. No tiene esa acuarela nada que envidiar a ningún trabajo de los afamados y academicistas pintores de principios del siglo de la llamada escuela valenciana. A partir de aquí, la obra de Picasso es y será el producto de una máxima motivación y persistencia a lo largo del tiempo unida a una excepcional capacidad desarrollada con la máxima intensidad (y racionalidad). La unión de destreza y reflexión ha hecho que el artista progrese continuamente a partir de su propio trabajo como vehículo sintetizador del aprendizaje propio. La creación, junto a la necesidad de llevarla a cabo, necesita efectivamente a su vez de conocimientos y de hábitos o destrezas por parte del creador para poder ser materializada. José Antonio Marina ha explicado desde el concepto de memoria creadora la individualidad de la mirada del creador. La memoria, conjunto de posibilidades de acción, nos hace percibir de una determinada forma, puesto que nosotros hemos también elegido dicha memoria, una especie de catálogo de propuestas.La memoria o capacidad de conservar información sobre uno mismo o su ambiente, presentada como un repertorio de destrezas, como una memoria no pasiva, sino creadora, que se inicia con el acto de ver y que continuará la capacidad ejecutiva o motora del individuo haciendo reutilizable dicha información parece haber sido un importantísimo material de trabajo para Picasso, cuyos primeros afectos quedaron en un país lejano ya nunca más visitado tras una Guerra Civil, un país en llamas con décadas de cenizas de dictadura, un lienzo monocromo para la memoria del creador con los bosquejos de suicidios por amor, de llantos de horror y la bella crueldad surrealista de la muerte considerada como una de las bellas artes en la imagen de un toro.Pierre Cabanne nos narra cómo el pintor parecía indiferente al entorno, y sin embargo todo lo percibido en aquella época (Florencia, Nápoles, Pompeya, las iglesias, los palacios, las ruinas, los museos, la Antigüedad, el Cuatrocento, el Renacimiento, el Barroco) aparecería en su pintura años más tarde. Daniel H. Kanhweiler, su marchante y amigo, su observador, nos advertía del conocimiento del pintor del Louvre, del Prado y de otros museos españoles, incluso de su labor como copista en el gran Museo madrileño, de la cual algunos estudios específicos nos han mostrado sus trabajos sobre figuras velazqueñas y especialmente sus copias de diversas estampas goyescas, de las series Caprichos y Tauromaquias, lo cual nos da una idea de su interés por el genio de Fuendetodos; también habla de su colección de cuadros antiguos e impresionistas, y algunos contemporáneos de renombre. Dichas obras forman actualmente parte de la colección del Museo Picasso de París gracias a la dación familiar, pero el histórico marchante avisa además de que los cuadros siempre estaban cerca del pintor, nunca guardados. Esto último es lo que ocurría con su propia obra, trabajo incansable de décadas del cual el pintor siempre conservaba aquello que consideraba relevante, por uno u otro motivo, y estos hechos podemos apreciarlo en alguna de las magníficas fotografías que los mayores fotógrafos del siglo dedicaron al maestro en su taller, y al propio taller como mudo protagonista, como escenario de esa incruenta batalla de la creación. Varias de estas fotografías nos ilustran magníficamente al respecto. En una intimista toma de Henri Cartier-Bresson, momento decisivo de silencio y quietud de los objetos en un rincón del famoso apartamento de Grands Augustins en París, observamos la mesa de recibidor y sobre ella, testigo de la presencia de la propia obra en casa del autor y delante de la cabeza sobre papel de 1941 enmarcada y colgada de la pared, un ejemplar de 'La obra maestra', desconocida revista ilustrada por Picasso y editada en 1931, bajo un sombrero canotier [figura 2]. Durante toda su vida Picasso trabajará sobre las relaciones entre pintor, modelo y obra, tema que proponía el texto ilustrado de Honoré de Balzac, o, dicho de otro modo, toda la vida de Picasso fue eso. Edward Quinn realiza una imagen donde observamos al autor en Cannes, en la villa La Californie, con obras de varios períodos (en primer plano un dibujo de 1960, a la derecha del pintor, en el suelo, obras de la primera década del siglo como la témpera 'Los dos hermanos', de 1906, el linóleo Fauno y cabra de 1959 a la derecha del artista, sobre un dibujo cubista, y junto a Picasso una escultura de 1953) y en la pared trasera un tapiz con la imagen de 'Las señoritas de Aviñón', el emblemático cuadro de 1907 [figura 3]. El propio edificio se nos aparece también como una obra de Picasso, pues esa puerta de terraza que vislumbramos a la derecha, cerrada, con sus características curvas, la hemos disfrutado cientos de veces en dibujos y cuadros del malagueño, como por ejemplo en el magnífico cuaderno que tenemos la suerte de disfrutar expuesto sobre las paredes del Museo Picasso de Málaga.En otra imagen, en esta ocasión de André Villers [figura 4], tenemos en primer plano el óleo 'Figura' de 1928 (actualmente en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid) a la izquierda, y a su derecha Retrato de Jacqueline Roque con las manos cruzadas, del 3 de junio de 1954 (detrás, una copia de la famosa escultura de Miguel Ángel Esclavo dormido, que parece querer darnos gentilmente la razón en nuestras afirmaciones sobre la mezcla de obras, estilos y épocas).El volumen de su creación y esta convivencia continua del pintor con las obras de diversidad cronológica, temática y formal y su influencia en su quehacer tiene otra vertiente respecto a los conjuntos de obras recientes, lo cual es destacado por Brassaï, testigo directo, cuando afirma que el pintor se ha inspirado muchas veces para obras posteriores en la presentación en su propio estudio de un conjunto de sus últimas obras a un público restringido, de amigos o conocidos. En esas exposiciones aparentemente improvisadas -pero que el pintor repetía con cierta asiduidad-, el azar jugaba un papel importante en la unión de los trabajos, que eran buscados por el estudio, elegidos o rechazados y por último agrupados, en una mezcla explosiva entre la vacilación propia de un estreno y las ganas de Picasso por encontrarse cara a cara con la reacción del público, a la cual no tenía nada que envidiar la suya propia, pues declaraba que en esas presentaciones observaba creaciones realizadas por él como si las viera por primera vez.Si completamos todo este bagaje cognoscitivo con el dominio del campo creativo en el que nos movemos la creación no tendrá barreras. Ya hemos mencionado la dedicación y entrega a su arte de Picasso. La ejercitación constante desarrolla las virtudes naturales, y la curiosidad insaciable completa esas condiciones previas. Picasso ha creado, en constante actividad, cuadros, dibujos, grabados, litografías, ilustraciones, escenografías, esculturas, cerámicas, poemas, obras de teatro... Ello ha llevado a subrayar, además del prodigio de sus capacidades, su rápida y fácil adaptación a cualquier actividad creadora. 'Pintura y creación en la cerámica de Pablo Picasso' se titula el magnífico libro de Salvador Haro, presentado recientemente por la Fundación Picasso. Pero el creador que ha sido Picasso no se ha contentado con el simple conocimiento de diversas técnicas o artes, sino que ha asimilado los procedimientos y los ha empleado a su gusto, en una total mescolanza, donde trastoca y subvierte leyes. La separación entre obras bidimensionales y tridimensionales apenas tiene sentido para él. Si la realidad puede ser creada en un lienzo, para Picasso no existe ninguna norma que impida recrear ese lienzo, por ejemplo, en un bronce. Si hay una frontera artística es para ser traspasada, libre circulación de ideas en los países del arte, y la actividad reflexiva de Picasso ha sacado partido a disciplinas tan marcadas metodológicamente como el grabado o la escultura. Por supuesto que cada obra realizada mantendrá su aspecto, pero Picasso aprovechará la existencia de estos conceptos para intercambiarlos en el proceso de creación. El cubismo, gran fuente de renovación plástica, retó a la bidimensionalidad a jugar a ser volumen, al mismo tiempo que condenó a la tridimensionalidad a ocultar sus exuberancias sobre la planitud del soporte pictórico. Estas enseñanzas, de las cuales fue a la vez maestro y discípulo, llevaron a una suerte de ósmosis de géneros cuya gran beneficiada fue la obra artística. Una obra escultórica puede convertirse en pictórica y viceversa, cambiando no sólo de marco sino también de género, y éstas a su vez formar parte de una imagen secuencial, cambiando nuevamente sus significados. No olvidemos la utilización de la imagen de las grandes cabezas de mujer en yeso de 1931-1933 -basadas en la fisonomía de María Teresa Walter- en los grabados sobre el tema del escultor en su estudio para la Suite Vollard y en ciertas pinturas, de la misma manera que vemos estas cabezas desarrollarse formalmente en las páginas de los cuadernos de dibujos o en los diferentes estadios conservados de algunos grabados.Esta relación entre dibujo, pintura y escultura igualadas en el proceso creativo es más profunda y alargada en el tiempo, como nos demuestran las imágenes de David Douglas Duncan tomadas durante el verano de 1957 y que documentan la creación de un cuadro. En ellas observamos cómo Picasso comienza a pintar tomando como modelo una escultura en chapa metálica que se encuentra, como otras, en el suelo del estudio. En un momento del proceso sustituye soporte, técnica y modelo para realizar un dibujo del cuadro [fig. 5] (al fondo, dos retratos del marchante Kanhweiler, observándolo todo). De nuevo ese método introspectivo de creación, de enriquecimiento personal analizando el propio esfuerzo a través de una nueva ejecución, alimentando continuamente el proceso de la creación, su diversidad. Así, por ejemplo, descubrimos que algunos dibujos que encontramos en los cuadernos pueden dedicarse al registro gráfico de obras ya realizadas, como magníficamente demostró Werner Spies comparando los cuadros realizados en días anteriores con sus reproducciones dibujadas por el propio Picasso (en los dibujos aparece la leyenda toile seguida de la fecha de realización con día, mes y año y de la numeración cuando se trata de varios cuadros ejecutados en el mismo día). Incluso en el cartón de las cajas de cerillas Picasso reproduce sus propias obras, como en el ejemplo de 1939 que Zervos tituló prudentemente Estudio y que en la subasta de la colección de Dora Maar aparecía como Escena con Minotauro (reproduce realmente el dibujo Violación, del 22 de enero de 1937). Y no solamente se contenta el autor, en este proceso de retroalimentación, con estos métodos, basados en el estudio y relación de la obra ya realizada frente a frente. Gracias a las reproducciones fotográficas personales su obra comienza a evolucionar, pues desde muy pronto el pintor adquiere el hábito de fotografiar sus creaciones mientras las desarrolla. Picasso puede así identificar claramente los cambios que se producen en el proceso creativo (en fechas tan tempranas como 1901, con Retrato de Gustave Coquiot). El pintor utilizó además con cierta continuidad la cámara fotográfica en su vida privada, y algunas de sus obras parecen ser deudoras de algunas fotografías instantáneas. También podemos añadir a esto la repercusión que sobre la propia obra del autor tiene el inicio de los intentos de catalogación de su obra pictórica y gráfica y la cantidad de reproducciones que esto conlleva (tanto Christian Zervos como Bernhard Geiser publican sus primeros volúmenes al comienzo de la tercera década del siglo, y estos trabajos se desarrollarán durante años más allá de la muerte del artista y de los propios promotores originales). Sabemos de la preocupación del pintor por guardar reproducciones de sus trabajos y la importancia que concedía a ello. Incluso, las peores reproducciones fotográficas le ayudan, según sus propias palabras, a extender el proceso creativo. El fotógrafo Brassaï recogió estos comentarios de boca del propio Picasso: «Me pasa a menudo -es curioso- que las peores reproducciones, donde todo es falso o no queda nada de mi pintura, me apasionan. Sí, francamente. Ese elemento de sorpresa, ¿no hace reflexionar? Es como una nueva versión, una nueva interpretación, o incluso creación, de mi obra. ¿Qué me dice una reproducción irreprochable? Solamente encuentro mi propia pintura. En cambio, una mala reproducción me da ideas, me abre, a veces, caminos nuevos».En un ejercicio de subjetividad, frente a las ilustrativas definiciones apuntadas en el principio de este texto, esforzadas en su objetividad enciclopédica, la definición dada por el revolucionario Vigotsky, quizás fruto de su sinceridad proletaria, contemplaba la creación como un catastrófico parto consecuencia de una larga gestación. Podemos afirmar que la gestación fue tan larga que duró toda la vida de Pablo Picasso, ininterrumpidamente, y sus obras han heredado esa vida plena. Celebremos al artista y a la vida de sus obras, un nuevo octubre de este tercer siglo tras su nacimiento.
Picasso grabador
La relación que mantuvo Picasso con el grabado fue muy intensa, pudiendo denominarse incluso de pasional, desde que realizara EL ZURDO en 1899 (esta obra se denominó así ya que la figura representa un picador que al ignorar el artista que debía grabar el tema al revés, representa involuntariamente la figura invertida), fue una técnica que meditó, trabajó y experimentó como pocos maestros en la historia del arte han hecho. Su obra gráfica da testimonio de los sentimientos e ideas del pintor.
La temática utilizada va frecuentemente de la mano de temas utilizados en otras facetas, hay ocasiones en las que un personaje aparece antes en un grabado que en una pintura o dibujo. Paralelamente a sus etapas estilísticas, puede clasificarse su obra grabada dependiendo de las técnicas utilizadas.
El aguafuerte y la punta seca son las utilizadas en su primera etapa como grabador, además del ya citado Zurdo, son también los saltimbanquis de 1904 y 5. En 1904 instalado en el Bateu-lavoir realiza la gran obra maestra La Comida frugal, siguiendo unas breves instrucciones de su amigo catalán Ricardo Canals sirvieron para poder realizar esta obra. De estos años son también las escasísimas xilografías y los primeros monotipos que realiza Picasso. El primer grabado cubista lo realiza dos años después de haber hecho Las Señoritas de Avignon, en 1909, estas obras son en su mayoría ilustraciones para libros: Saint Matorel y Le Siège de Jèrusalem, ambos de Max Jacob.
Es ya en la década de los años 20 cuando Picasso experimenta y trabaja más el grabado. Siendo de esta época las ilustraciones para obras de Balzac (La obra maestra desconocida) y Ovidio (La Metamorfosis). Su obra cumbre, La Suite Vollard, de cien grabados encargados por Ambroise Vollard y realizados entre 1930 y 1937, estampados en el taller calcográfico de Lacourière, el tema principal es el de los trabajos del escultor, el taller del escultor y su modelo. El pintor aplica aquí un contorno suave y modelado de una forma magistral.
En los años treinta el mito del minotauro (monstruo con cuerpo de hombre y cabeza de toro) ocupa un lugar muy importante en la obra de Picasso. De 1935 es la Minotauromaquia, considerada una de las obras má importanes del siglo XX.. En 1937, siguiendo los pasos del Guernica, realiza su aguafuerte Sueño y mentira de Franco, en el que aparece la figura del General irónicamente caricaturizada.
Aunque con anterioridad había probado en alguna ocasión la técnica litográfica, es después de la II Guerra Mundial cuando en el taller Mourlot la trabajará a fondo tanto sobre zinc como sobre piedra, incorporando un nuevo elemento para él en el grabado el color.
Una de las obras litográficas más conocidas de Picasso La Paloma de la paz, adornó el cartel para el Congreso Mundial de la Paz de 1949 en París
El cambio de residencia de París al sur de Francia, hace que en Vallauris conozco al impresor Arnéra que le iniciará en el grabado sobre linóleo, en las que utilizan el color superponiéndolos en la misma matriz, trabajan muchos carteles
Al negarse Picasso a vivir en París, en cada una de sus casas se hace instalar un taller de grabado primero ayudado por Jacques Frelaut y desde 1963 por los hermanos Crommelinck. En los últimos años de su vida la producción de obra grabada aumenta enormemente de esta época son la serie 347, de los que 66 fueron destinados a ilustrar La Celestina de F. de Rojas. Predominan los temas eróticos, aunque presta también atención a las variantes del pintor y la modelo.
Los grabados de Picasso son por su número y calidad una parte fundamental de su obra.

Picasso ilustrador
Picasso llegó a ilustrar un total de 156 libros . La obra gráfica que aparece en ellos no puede ser considerada como una obra menor del artista, sino como un componente más de su polifacética actividad creadora. A través de ellos pueden vislumbrarse las diferentes etapas por las que pasó el pintor malagueño a lo largo de su vida, ya que existen libros ilustrados por Picasso desde 1905 hasta 1974, por lo que, sin lugar a dudas, abarcan todos los periodos estilísticos de Picasso. La mayoría de ellos presentan referencias a un estilo "clásico" o figurativo, a pesar de ello, Picasso no olvida tampoco el cubismo, la ley de la simultaneidad o el estilo lineal-surrealista.
En cuanto a la temática, ésta es muy variada -mitología, erotismo, la creación artística, la tauromaquia- y están presentes todos los seres de la corte picassiana: las mujeres, el pintor y su modelo, arlequín, faunos, minotauros, centauros, caballos, toros…
La Fundación Pablo Ruiz Picasso recibió, en octubre de 1992, una magnífica donación de la mano de Madame Christine Picasso, viuda de Paul, hijo primogénito del pintor malagueño y la bailarina rusa Olga Koklhova, compuesta por diez libros ilustrados por Pablo Picasso. La relación es la siguiente:
DOS CONTES , DE RAMÓN REVENTOS, 1947, 4 grabados con buril.
VINGT POEMES , DE GÓNGORA, 1948, 41 grabados y aguatintas.
LE CHANT DES MORTS , 1948, 125 litografías en rojo, 2 para la cubierta, y 123 para el texto.
CARMEN , DE PROSPER MÉRIMÉE, 1949, 38 grabados al buril.
CORPS PERDÚ , DE AIMÉ CÉSAIRE, 1950, 32 obras.
LA GUERRE ET LA PAIX , DE CLAUDE ROY, 1954, 1 litografía.
CHRONIQUE DES TEMPS HEROIQUES , DE MAX JACOB, 1956, 3 litografías y 3 puntas secas.
DANS L'ATELIER DE PICASSO , DE JAIME SABARTÉS, 1957, 6 litografías.
LES MENINES ET LA VIE , DE JAIME SABARTÉS, 1958, 1 grabado al buril, punta seca y roulette.
VIII PYTHIQUE , DE PÍNDARO, 1960, 4 puntas secas.
Los libros contienen obra gráfica de gran valor iconográfico y creativo, lo que les confieren una gran importancia tanto bibliófila como artística. Están realizados entre 1947 y 1960, por lo que abarcan estilos muy diferentes.
La colección de libros ilustrados de la Fundación Pablo Ruiz Picasso se ha visto incrementada con la adquisición y las donaciones de los siguientes libros ilustrados:
LYSISTRATA, DE ARISTÓFANES, versión inglesa de Gilbert Seldes, 1934, 1 aguafuerte con aguatinta y cinco aguafuertes.
SUEÑO Y MENTIRA DE FRANCO, PICASSO,1937, 2 aguatintas con punta seca.
PICASSO LITOGRAPHE: I 1919-194 , MOURLOT, 1949, 1 litografía y 1 litografía transferida.
PICASSO LITOGRAPHE: II 1947-1949 MOURLOT, 1950, 2 litografías transferidas.
SIX CONTES FANTASQUES , TOESCA, 1953, 6 grabados con buril.
PICASSO LITOGRAPHE: III 1949-1956, MOURLOT, 1956, 2 litografías transferidas.
PICASSO: PEINTURES 1955-1956 , KAHNWEILER, 1957, 1 litografía impresa en colores.
PICASSO: CENT CINQUANTE CERAMIQUES ORIGINALES , PARMELIN, H, RAMIÉ, S y RAMIÉ, G, 1958, 1 litografía transferida impresa en colores, (hay dos ejemplares).
PICASSO : 30 CUADROS INÉDITOS, 1917-1960 , SABARTÉS, 1960, 1 litografía transferida.
PICASSO: TOREROS. WITH FOUR ORIGINAL LITHOGRAPHS, SABARTÉS, 1961, 4 transferencias litográficas, una de ellas en 24 colores.
PICASSO LITOGRAPHE: IV 1956-196, MOURLOT,1964, 2 litografías transferidas, (hay dos ejemplares).
EL ENTIERRO DEL CONDE DE ORGAZ, PICASSO, 1969, 1 grabado con buril, 12 aguafuertes y 3 aguatintas.
En cuanto al cartel , Picasso también supo imprimir su personalidad en este medio de expresión. En octubre de 1945, el pintor conoció en París al impresor Mourlot que puso a su disposición su taller. En los años siguientes Picasso realizó más de 200 litografías y se imprimieron también carteles. El tema para éstos no fueron sólo sus exposiciones, sino que también los utilizó como propaganda a favor de la paz, después de su afiliación al partido comunista. Otra persona que influyó en la arte cartelístico de Picasso fue el impresor Arnèra en Vallauris, a partir de 1946, le animó a trabajar el linóleo contribuyendo a la difusión de ésta técnica con la que realizó numerosos carteles para corridas y exposiciones.

Picasso dibujante
Picasso es uno de los más destacados y fecundos dibujantes de la historia del arte. Esta faceta es fundamental para entender el resto de su obra, pues la visión de conjunto de sus dibujos nos permite seguir, paso a paso, el desarrollo de sus ideas y la gestación de grandes composiciones pictóricas. Podría decirse que Picasso pensaba dibujando, que su mano era una extensión de su mente, siempre en efervescente búsqueda creativa, en constante trasformación. Pero no debe olvidarse que muy a menudo estas obras son autónomas, concebidas como un fin en sí mismas. Empleó todo tipo de técnicas (mina de plomo, lápiz negro o de color, carbón, pluma, pincel, tinta china, aguada, acuarela, gouache) y de soportes (papel de dibujo, de carta, lienzo, cartón, servilletas, hojas de periódicos y revistas, todo lo que encontraba a su alcance), pero la principal de sus experimentaciones fue la conceptual.
Muchos de sus dibujos se plasmaron en cuadernos: se conocen 175, creados entre 1894 y 1967; algunos, lo suficientemente pequeños como para llevarlos siempre encima y permitirle anotar sus interpretaciones del entorno; los más grandes, cosidos o con espiral, los tenía en su estudio y los usaba para realizar bocetos preparatorios e intermedios de pinturas o esculturas. Pero es difícil hablar de "bocetos" en Picasso: sus innumerables formulaciones e invenciones son más bien incesantes experiencias que quiere conocer hasta agotarlas. Pareciera que no existe una obra definitiva, sino que las diferentes variaciones forman una obra completa. Para el espectador, a menudo las pinturas de Picasso pueden parecer extremadamente espontáneas, resueltas inmediatamente en el lienzo, pero en realidad muchas fueron producto de un largo proceso de experimentación y prueba a través del dibujo.
Se conservan obras de Picasso desde su niñez. Él sostenía que nunca hizo dibujos infantiles, y lo cierto es que las obras más tempranas que se tienen (hechas con ocho o nueve años) buscan el realismo y la exactitud de lo representado. Y reflejan, muy pronto, sorprendentes dotes de observación y de habilidad. Los dibujos de toros y toreros, de palomas, de rostros, muestran el ímpetu de sus trazados y una concisión llena de fuerza expresiva; y un Hércules de 1890, aunque muy imperfecto, imita a las obras académicas. Y es que la influencia y la tutela de su padre, pintor y profesor de dibujo, se hacen notar. Su formación será muy sólida: a los consejos de D. José hay que sumar su aprendizaje en las Escuelas de Arte de La Coruña, Barcelona y Madrid, donde, entre 1891 y 1897, se sometió a la estricta e insistente disciplina de una enseñanza que primaba el dominio del dibujo. Ya en los exámenes de ingreso, Picasso sorprendió a sus profesores por la calidad de sus trabajos, y al finalizar su instrucción podemos decir que había hecho completamente suyo el oficio. Sin embargo, en su producción libre el muchacho manifestaba una tendencia a la libertad y la espontaneidad, con frecuentes incursiones en lo caricaturesco; y a su paso por la Escuela de Bellas Artes de San Fernando de Madrid fue muy crítico con la normativa académica, dominante en las aulas y fuera de ellas.
Desde 1898, aproximadamente, pueden detectarse sus primeras reacciones al academicismo, primero en sus apuntes de Horta de Sant Joan, y después en su febril captación del instante y de los personajes de su entorno en Barcelona. Su plena participación en los ambientes vanguardistas catalanes, donde conviven el modernismo con las influencias simbolistas, impresionistas y post-impresionistas, se percibe en sus dibujos ya marcadamente antinaturalistas, en los que hallamos ecos de Ramón Casas, Munch, Steinlein, Degas, Toulouse Lautrec e incluso de El Greco. De esta época, puede destacarse su exposición en el café "Els Quatre Gats", con una galería de retratos de sus amigos y contertulios de dicho local, que es una réplica a los retratos de Ramón Casas e inicia su aplicación del color, sobre todo a pastel. El color presidirá su estancia en París en 1900, cuya vida nocturna, aparece continuamente en su obra.
A finales de 1901, hay un cambio sustancial. Picasso entra en su llamada "época azul" y el dibujo cambia de función: ahora es utilizado como estudio para obras definitivas, permitiéndonos desentrañar la simbología de su producción, muy alegórica. En esta época, persiste el trazo suelto en los divertimentos menores sobre sus andanzas y sus amigos, relatados con un humor que es común a todas las épocas de su vida.
El dibujo discurre íntimamente ligado a sus sucesivas metamorfosis estilísticas: entre 1904 y 1905, la línea se redondea para retratar a los meláncolicos personajes del circo de su llamada "época rosa"; a lo largo de 1905 y 1906, se simplifican los contornos, aumenta el hieratismo y la impasibilidad en los rostros, al tiempo que enaltece los volúmenes. Picasso se ha acercado a un clasicismo cuyo retorno también se estaba gestando en París y en Cataluña, con una búsqueda del equilibrio, el orden, el distanciamiento y el vigor de la Antigüedad mediterránea.
Influido después por el primitivismo del arte ibérico y del arte negro, acomete en 1907 el proyecto del óleo Las señoritas de Aviñón, con multitud de estudios que son imprescindibles para comprender su gestación Desde 1908, en que comienzan sus experiencias "protocubistas", y durante los años del cubismo analítico, en sus dibujos utiliza concienzudamente el sombreado para expresar las diferentes facetas en las que descompone los objetos, así como para conseguir recomponerlos en una continuidad de efectos tonales. Con el cubismo sintético (a partir de 1912), el dibujo se hace claro y rotundo en la representación, e imita los efectos del collage con trazos que sugieren distintas texturas.
Ya durante 1914, el pintor hace obras de estilo naturalista, pero la vuelta a la figuración se consolida al final de la guerra; ello no es óbice para que siguiera produciendo obras cubistas hasta los primeros años 20. Y en sus incursiones como escenógrafo para los Ballets Rusos, ambas tendencias se conjugan. De esta época, los estudios para el teatro constituyen una parte considerable de su obra; por otro lado, su nuevo clasicismo se pone de manifiesto netamente en el dibujo, que se preocupa por el contorno y no por el modelado de las formas, y que se ejecuta siempre con líneas claras y precisas, de una incomparable seguridad. No son realistas: es evidente la desproporción de algunos elementos, pero la meticulosidad hace olvidarla, y siempre subsiste la sensación de equilibrio y serenidad de las composiciones. Encontramos portentosos retratos, personajes de la comedia del arte, bailarinas, bañistas, desnudos clásicos, interiores... Todos ellos son motivos iconográficos que reaparecerán constantemente a lo largo de su obra.
Desde mediados de los años 20, Picasso da un giro e introduce elementos que se suelen emparentar con el surrealismo: dibujos apararentemente abstractos, compuestos por puntos y líneas; y, por otro lado, una total metamorfosis de la figura humana, que es "osificada" y dislocada de forma perversa. A principios de los años 30, Picasso se dedica a la escultura y ello se refleja en dibujos del mismo estilo, de formas sensuales y redondeadas. La temática grecolatina se instala con fuerza en su producción, tratada a veces con serenidad clásica y en otras ocasiones con exaltada sensibilidad, de modo que se suceden ante el espectador escultores y modelos desnudos, guerreros y minotauros; en relación con el ciclo de la minotauromaquia, Picasso retoma el tema de la corrida taurina. Son destacables, también, las obras íntimas relacionadas con Marie-Thérèse Walter y su hija Maya. En 1937, el Guernica, fruto de un encargo del Gobierno español en plena guerra civil, cristalizará muchas de sus experiencias previas y de sus más caros elementos iconográficos. La serie de dibujos surgidos alrededor de este trabajo son un tesoro de expresividad, así como un testimonio precioso de las transformaciones y los hallazgos que permitieron llegar al cuadro final. Durante la Segunda Guerra Mundial, se suceden en su repertorio los retratos de Marie-Thérèse y de Dora Maar, con la que también mantiene una relación en esos años. La tragedia de la época se refleja en figuras humanas repulsivas, monstruosas, con las que contrasta El hombre del cordero, serie de dibujos que giran en torno a su escultura de 1943.
Los años de la post-guerra están dominados por dos temas: la "alegría de vivir", expresada en bacanales protagonizadas por faunos, ninfas y centauros; y los retratos de Françoise Gilot, su nueva compañera, con la que tendrá dos hijos, Claude y Paloma, que también serán protagonistas de sus obras. En el primer caso, el dibujo suele ser simple y directo, muy ingenuo; en el segundo, nos hallamos ante una muestra de la imaginación del artista, que despliega un sinfín de formas distintas de encarar el modelo. También de estos años son sus obras propagandísticas para el Partido Comunista, al que se había adherido. Tras su traumática separación de Françoise, Picasso se lanza a ejecutar 180 dibujos, fechados entre 1953 y 1954, sobre el tema del pintor y su modelo. Se sirve de la tinta china (sólo al final acompañada por lápices de color), con un trazo muy suelto, a veces "sucio", empleando tanto la línea como la mancha, de forma muy austera y concisa, pero con el máximo de expresividad y gracia. Durante un mes de 1954, retrata incansablemente a Sylvette David, una joven que aceptó posar para él. Y, en este mismo año, irrumpe Jacqueline Roque -que en 1961 se convertiría en Madame Picasso- como modelo omnipresente.
En 1955, el artista acepta la propuesta de protagonizar el film de Henri-Georges Clouzot Le mystère Picasso, donde podemos asistir al sorprendente espectáculo de ver cómo se van gestando sus dibujos paso a paso, en un derroche de inventiva y habilidad. De este periodo son los magníficos dibujos a base de grandes manchas de tinta con tema taurino (donde hay que englobar el famoso Quijote y Sancho), emparentados con las aguatintas de la Tauromaquia de Pepe Illo.
Pero la mayoría de los dibujos de los últimos años de Picasso se relacionan con sus series pictóricas, ampliando e investigando las ideas que en ellas se desarrollan. Así, los croquis para las quince pinturas sobre Las mujeres de Argel, de Delacroix, la primera de sus recreaciones de obras del pasado (1954-1955); los estudios de interior de su residencia, "La Californie" (1955-1956); los cuadernos de esbozos para el mural en la Unesco de París La caída de Ícaro (1958); y de nuevo las variaciones sobre los grandes maestros: Las Meninas de Velázquez (1957), Déjeuner sur l'herbe de Manet (1959) y el Rapto de las Sabinas de Poussin (1962).
Finalmente, en vuelve Picasso a retratar su galería de personajes abigarrados: mujeres desnudas, prostitutas, celestinas, "mosqueteros" e hidalgos, pintores ante sus jóvenes modelos, amantes violentos… Resalta el salvaje erotismo de la mayoría de los dibujos, y la vitalidad y la libertad absoluta de que hace gala Picasso, empleando tanto líneas límpidas como meticulosos efectos decorativos, y resolviendo otros con grandes sombras de aguada y gouache. La distorsión de las figuras es total, haciéndolas prácticamente monstruosas, en composiciones donde se ha abolido la perspectiva y el espacio real.
Uno de sus últimos dibujos, fechado el 30 de junio de 1972, es impresionante: se trata de un autorretrato de tonos azulados, con grandes ojos muy abiertos, que con una mezcla de estupor y miedo se interpela a sí mismo ante el espejo, pues reconoce en ese rostro a un viejo en el que se adivina la calavera, es decir, la muerte no muy lejana, que le llegó el 8 de marzo de 1973.


Picasso ceramista

La labor de Picasso en el campo de la cerámica, al contrario que en otras actividades artísticas suyas (grabado, dibujo, pintura, escultura…) es bien tardía.
En julio de 1946 había asistido, procedente de Golfe-Juan, a una exposición de cerámicas en la villa de Vallauris, conociendo, casi inmediatamente, pocos días después, el taller Madoura -propiedad del matrimonio Ramié-. "Aquel día -recuerda Georges Ramié- salieron tres piezas de sus manos: tres piezas que fueron, y siguen siendo para los testigos de aquellas horas apasionantes, como los más poderosos talismanes. [...] Una vez terminadas, se quedaron sobre el tablero en espera de un completo secado y de una futura cocción y su autor desapareció sin más noticia. Pasaron los meses, y varias veces hubo ocasión de cocer las piezas abandonadas. [...] Pero, como ocurre en Le Roman de la Rose, un año más tarde, día tras día, Picasso, nuevamente de vacaciones, reemprendió el camino de Vallauris y de su exposición. Con alegría encontró el taller de su primer intento y, con maravillosa sorpresa, las tres piezas del año anterior que, en un exceso de pesimismo irracional, había creído desaparecidas para siempre en quién sabe qué definitivo infortunio".
Así, en agosto de 1947, Picasso, con el modelado de un pequeño toro, inicia una densa y fructífera labor como ceramista, patente también en los numerosos estudios que sobre jarrones y figuras zoomórficas ejecutó en sus cuadernos de dibujo.
Platos, fuentes, vasos, jarrones, mosaicos, vasijas, figuras torneadas, placas, tejas… componen la base del mundo picassiano para los temas que siempre le fueron propicios -los talleres, la tauromaquia, los desnudos, la gastronomía, la vida familiar…-, sin abandonar nunca su interés por la obra gráfica, la escritura y la pintura.
Instalado hacia la primavera de 1948 en La Galloise, una casa cercana a Madoura, desde aquí afianzará, con maestría, su incursión en este nuevo y singular campo de la cerámica, manteniendo un estrecho contacto con los artesanos del Midi francés. Este mismo año, en septiembre, expondrá por vez primera sus trabajos como ceramista en el Musée Grimaldi de Antibes ("Picasso. Céramique. Peinture. Dessin"), una muestra que abrirá paso a otras donde el pintor dará a conocer su febril producción en este nuevo lenguaje artístico que no abandonará hasta 1971, poco antes de su muerte.
Así, su taller Fournas, en Vallauris, una vieja destilería de perfumes donde trabajará entre 1949-1954, se convertirá en el templo de donde partan las esculturas y las cerámicas más representativas de este periodo, el cual ha sido investigado por especialistas como Georges Ramié (Cerámica de Picasso. Barcelona: Ediciones Polígrafa, 1974), Marilyn McCully (Picasso, painter and sculptor in clay. New York: Harry N. Abrams, Inc., Publisher, 1998, y Ceramics by Picasso. Paris: Éditions Images Modernes, 1999) o Kosme de Barañano (Picasso. El diálogo con la cerámica. Valencia: Fundación Bancaja, 1998).


Picasso escultor
Werner Spies, en su catalogación de la obra escultórica de Picasso, recoge 664 obras realizadas entre 1902 y 1971, en un muestrario que abarca una diversidad de temáticas, formatos, materiales y estilos que convierten al artista malagueño en un maestro del trabajo con los volúmenes, siendo su obra escultórica menos conocida que la plástica, no obstante estar ambas a la misma altura de calidad, interés, ambición y maestría.
Las primeras esculturas de Picasso coinciden con su periodo azul, estando emparentadas a la vez con las obras de Rodin y Gauguin y Medardo Rosso, para ir inclinándose de manera creciente, a la vez que iba sentando las bases para la invención del cubismo, por el arte primitivo oceánico (al que no es ajena la influencia de las esculturas de Gauguin) y africano. Este voluntario arcaísmo será sustituido ya en la época cubista por obras de factura tosca, con perfiles sin desbastar, ejemplificadas por el bronce "Cabeza de mujer" de 1909, en las que asume postulados futuristas dentro de una concepción puramente cubista. El siguiente paso será, ya inmerso en el cubismo sintético, la creación de ensamblajes de diversos materiales (cartón, cordeles, agujas, telas) en los que el motivo principal de la obra son guitarras.
En 1914 crea "Vaso de absenta", obra en la que fusiona elementos cotidianos como una cucharilla con el bronce, la arena y la pintura, jugando con los efectos de la transparencia, el interior y el exterior, renunciando sin embargo a una interpretación realista. Es ésta la época en la que también realiza bodegones y construcciones en los que une pintura y escultura, usando maderas, cuerdas y láminas de metal para reconstruir los objetos de una manera plena de libertad e imaginación en lo que consiste una exploración de las capacidades tridimensionales del cubismo que la llegada del clasicismo a su obra plástica no podrá detener y que se manifiesta en la voluntad cubista de los maniquíes animados que realiza en 1917 para el ballet "Parade".
La voluntad picassiana de experimentación escultórica llegará a la cumbre en la década de los años 20 y 30 a través de las esculturas de alambre de 1928 y las deformaciones biomórficas que desde finales de los 20 realiza, todo ello con una estética surrealista, manteniendo en numerosas ocasiones la técnica del ensamblaje y en otras consiguiendo auténticos objetos-poemas en los que aglutina materiales diversos e incluye arpilleras, arena, hojas de plantas e incluso mariposas. La voracidad creadora de Picasso se encuentra en su apogeo. Y este frenesí de la imaginación ya no disminuirá.
La deformación de las figuras, la distorsión de los cuerpos y de los rasgos, la belleza convulsa preconizada por André Breton, protagonizan la escultura picassiana de estas décadas, en las que hay momentáneas concesiones al clasicismo como "Figura", de 1933, que sin embargo son simultáneamente sometidas a una manipulación que altera las formas para afirmar el triunfo del surrealismo sobre la serenidad clásica. Es el surrealismo quien facilita a Picasso el uso de los "objets trouvées" cuyo resultado más conocido es "Cabeza de toro", de 1942, en la que Picasso se limita a unir un manillar y un sillín de bicicleta para obtener una imagen de asombrosa sencillez a la vez que contundente. No hay material que Pablo desista de usar, ni forma, por imposible o chocante que resulta, que no se atreva a convertir en escultura.
Durante la ocupación alemana Pablo aprovecha la amplitud de su estudio de la rue des Grands-Augustin para realizar esculturas de gran formato, la más conocida de las cuales es "El hombre del cordero", de 1943, más entroncada con la escultura arcaica griega, e incluso con el arte paleocristiano, que con el surrealismo. La textura rugosa, las formas rudimentarias, son las que predominan en los años de la Segunda Guerra Mundial. Habrá que esperar a la década de 1950 para que Picasso retome los ensamblajes en los que une materiales de desecho con el modelado. Así utiliza una patinete sin ruedas para convertirlo en un pájaro, incluye hojas de palmera para reproducir a una mujer embarazada, incluye una cesta en el vientre de una cabra o utiliza un coche de juguete como cabeza de un simio. A la vez retoma de sus experimentos cubistas la utilización de pintura sobre la superficie de las esculturas para conseguir otra serie de obras que vuelven a ser, como todas las anteriores, magistrales.
Retomando ideas cuyo embrión se sitúa en los años 30 y 40, a partir de inicios de los 60 emprende la realización de esculturas plegables de chapa metálica en las que la pintura aplicada sobre el metal tiene tanta importancia como la escultura en sí. Son rostros de afilados perfiles, pero también maternidades, animales, figuras en movimiento, imágenes, algunas de ellas llevadas después a dimensiones monumentales, que denotan un vitalismo insospechado en un anciano a cuya voracidad insaciable nada escapó.


Picasso fotógrafo
Esta época que nos está tocando vivir, en la que los medios de comunicación, la televisión, internet, etc… nos tienen permanentemente informados y a la vez mantienen a los personajes importantes continuamente en el escaparate, pudiendo seguir al segundo cualquier actividad que nos interese, o asistiendo a un evento a miles de kilómetros de donde se está produciendo, constituye el tiempo ideal para que una figura como la de Pablo Picasso se hubiera convertido en el personaje de nuestro tiempo, si es que de todas formas a nivel artístico ya no lo es.
Porque recordemos que, pese a que estamos hablando de una técnica-arte de invención y sobre todo perfeccionamiento relativamente reciente, Picasso posiblemente haya sido el artista más fotografiado de su tiempo, tanto a nivel periodístico, con reportajes de su actividad artística, como a nivel, podríamos llamar de "objeto de estudio", con gran interés de los mejores fotógrafos del momento en introducirse en la intimidad de su casa o su taller y lograr de alguna forma captar la esencia del genio.
Podemos acordarnos aquí de multitud de artistas que han plasmado la imagen del maestro en algún momento de su vida, desde el mismísimo Cartier-Bresson, precursor del arte fotográfico, a los más reputados fotógrafos del siglo XX, como Robert Doisneau, Man Ray, Brassaï, Gyenes (cuyo legado fotográfico es propiedad de la Fundación y se puede consultar en el Centro de Documentación); Roberto Otero, Arnold Newman, André Villers, Lucien Clergue, e incluso la propia Jacqueline Roque. Pero, sin duda, el que realizó un trabajo más intenso y más completo fue David Douglas Duncan, quien desde mediados de la década de los 50 se introdujo en la vida de Pablo y su familia convirtiéndose con su Leica en testigo silencioso del devenir cotidiano, del trabajo del maestro, de las visitas de los amigos, de los juegos con los niños, etc.
Tampoco debemos olvidar, porque es importante el dato, la relación inmediata que, como usuario, Picasso establece con la cámara. Adopta rápidamente las ventajas que le proporciona el uso de la misma para aplicarla a su obra, de manera que, desde la primera década del siglo, hace continuamente fotografías que utiliza para visualizar y dejar constancia del resultado de obras que podemos considerar precursoras de las actuales instalaciones, o de nuevo adelantándose a los acontecimientos realizando collages con las instantáneas tomadas.
Igualmente se autorretrata infinidad de veces delante de sus más famosos cuadros de la época o toma instantáneas en sus viajes, como por ejemplo el que realiza en 1909 a Horta de Ebro.
Lástima que los genios no sean inmortales, porque el gran Picasso hubiera hecho las delicias de los mejores artistas de nuestro tiempo, a buen seguro que Annie Leibovitz nos hubiera ofrecido una visión muy particular del maestro o el mismo Alberto Schommer conseguiría un gran retrato sicológico de Pablo. ¿Y por qué no imaginar al mismo Picasso interesado en dominar las técnicas digitales y enviando regalos en forma de imágenes de sus últimas obras a sus amigos repartidos por todo el mundo?
FUNDACIÓN PICASSO
Museo casa natal- Ayuntamiento de Malaga

ACTIVIDADES
El Programa Educativo 2007/2008 contiene diferentes actividades vinculadas principalmente a las exposiciones temporales que la Fundación Picasso desarrolla tanto en la Casa Natal como en la Sala de Exposiciones, ubicada a escasos metros.
Programa para adultos, previa cita, de lunes a viernes de 10:00 h. a 13:30 h. y, por la tarde, lunes y miércoles a las 18:00 h. y a las 19:00h. (Mínimo 5 personas)
Programa para escolares, previa cita, de lunes a viernes por la mañana a las 10:00 h. y a las 12:00 h.
Todas las visitas tendrán un máximo de 25 participantes por limitaciones de espacio.
Con ocasión de las vacaciones, el Área Didáctica y de Difusión también diseña actividades específicas (Talleres de Navidad, Talleres de verano...) y
jornadas especiales (Día Internacional del Museo) con un horario y contenido especiales.
En la Sala de Exposiciones existe un
Aula Didáctica, un recurso disponible para la realización de talleres para escolares y para actividades especiales.

Exposiciones actuales
Casa Natal• Libros ilustrados con grabados originales de Picasso: últimas adquisiciones.Desde el 16 de octubre de 2007.• Cerámicas. Últimas adquisiciones.Desde abril de 2006.Sala de Exposiciones• Paul
Delvaux. La segunda realidad.Del 31 de enero al 27 de abril de 2008.